Previo al formidable boom de Internet y de las comunicaciones digitales
extendidas, dos grandes paradigmas del pensamiento administrativo influían
decisivamente en la gestión empresarial: la dirección por objetivos y el
desarrollo organizativo. En ambos paradigmas la comunicación era considerada
asunto periférico. La expresividad de las organizaciones y la positiva
visibilidad de las marcas básicamente dependían de la publicidad y las
relaciones públicas.
En 1981, Thomas Peters y Robert Waterman publicaron En búsqueda de la
excelencia, obra que admite ser considerada auténtico parteaguas en el
desarrollo del pensamiento administrativo. Los autores analizaron 62 de las más
importantes empresas de los Estados Unidos, partiendo de la hipótesis de que el
organigrama de las empresas no incide en su éxito empresarial. Peters y Waterman
lograron aislar un conjunto de valores intangibles que consideraron factores
determinantes de la excelencia. Entre esos valores destacan algunas de las
principales áreas de intervención de todo programa de comunicación estratégica,
como la identidad y la cultura organizacional. Los hallazgos de Peters y
Waterman contribuyeron a ratificar la importancia de la comunicación estratégica
en la gestión empresarial, que de acuerdo con el destacado investigador español
Justo Villafañe:
La gestión empresarial no es un valor absoluto en sí mismo, sino que está
poderosamente influida por valores sociales y culturales; que los directivos
son, además de gestores, fabricantes de significados y de símbolos y que el mito
y los rituales deben ser introducidos en el management porque sus productos y/o
servicios deben poseer significados (Villafañe, 2000).
La relevancia de la comunicación estratégica en la nueva gestión empresarial no
está en duda, aún cuando muchas empresas mantengan una visión eminentemente
inmediatista en lo relativo a su expresividad institucional. Respecto a la
importancia de la comunicación, el destacado comunicólogo español Joan Costa
(1999) inclusive sostiene que ésta representa la principal actividad de la
empresa, considerándola, además, fundamento de un nuevo paradigma en la gestión
empresarial.
En nuestros nuevos tiempos modernos, la complejidad del entorno expresivo y
representacional de marcas y organizaciones parece haber desbordado las
capacidades persuasivas de la mayoría de las agencias de publicidad. En los años
recientes, la retórica publicitaria ha perdido una buena parte de su efectividad
persuasiva. Al exagerar sistemáticamente de supuestas cualidades y atributos en
todo tipo de bienes y servicios, la publicidad consiguió ventas instantáneas
pero su discurso perdió significado y valor. La credibilidad informativa del
discurso publicitario está muy devaluada. El consumidor aprendió a desconfiar de
la publicidad y el cliente empezó a objetar el supuesto don de infalibilidad que
tanto suelen pregonar algunas agencias de publicidad.
Monopolio en decadencia
En los años recientes, las agencias de publicidad han perdido el monopolio que
antes ejercían en el diseño y desarrollo de las estrategias comunicativas de los
anunciantes. El prestigio y la reputación de cualquier marca u organización hoy
dependen menos del esfuerzo publicitario y más del enfoque integral que supone
la comunicación estratégica. La campaña publicitaria hoy debe subordinarse al
programa integral de comunicación estratégica. Frente a la visión inmediatista
de la agencia de publicidad, cuya eficacia persuasiva básicamente repara en el
impacto sobre potenciales consumidores, la comunicación estratégica reivindica
la necesidad de recuperar la confianza del mayor número posible de públicos,
afirmando que el valor de la acción-comunicación (Costa, 1999) debe estar
sustentado en la congruencia de las acciones comunicativas. De acuerdo con
Charles Fombrun y Cees Van Riel (2003), toda reputación positiva suele estar
asociada a cinco atributos empresariales: visibilidad, diferenciación,
autenticidad, transparencia y fortaleza.
En años recientes, ante el evidente desgaste persuasivo de la publicidad,
celebridades como Al Ries han pretendido reivindicar la importancia de las
relaciones públicas. Las tesis contenidas en el libro The Fall of Advertising
and the Rise of PR, que Al Ries escribió con su hija Laura, le distanciaron de
Jack Trout, su antiguo socio y amigo, quien como respuesta a Ries publicó el
ensayo En defensa de la publicidad en la revista Advertising Age.
A pesar de las cualidades que Ries destaca en las relaciones públicas, la imagen
social de las relaciones públicas sigue siendo objeto de amplios
cuestionamientos. En algunos países se les considera actividad trivial, que a
menudo se asocia con expresiones frívolas y poco relevantes para la efectiva
generación de valor para la organización.
Situación en algunos países
Algunos profesionales de las relaciones públicas afirman, no sin cierta ironía,
que en México las relaciones públicas son una profesión que admite ser
considerada como surrealista, pues en primer lugar es indispensable explicar qué
no son las relaciones públicas para enseguida proceder a definirlas. A ello
contribuyen los anuncios clasificados que todos los días publican los diarios,
por ejemplo, en los cuales son solicitados los servicios de bellas jovencitas
para “realizar actividades de relaciones públicas”. En el mejor de los casos, el
empleador en realidad demanda personal para el área de ventas o telemercadeo.
En cambio -quizá por razones históricas-, la reputación del profesional de las
relaciones públicas es muy diferente en los Estados Unidos y Francia. De acuerdo
con el destacado publirrelacionista mexicano Carlos Bonilla, es posible
considerar al estadounidense Ivy Ledbeter Lee como el primer consejero en
relaciones públicas de los tiempos modernos. A Ledbeter Lee se atribuye haber
transformado la imagen del acaudalado industrial estadounidense John D.
Rockefeller. En la década de 1930, en algunas universidades de los Estados
Unidos ya eran impartidos cursos de relaciones públicas. En 1946, un
conferencista estadounidense introdujo a Francia el concepto de relaciones
públicas.
En 1950 fue fundada la primera asociación francesa de especialistas en
relaciones públicas: La Maison de Verre. También en la mayoría de los centros
educativos de Brasil, los profesionales de las relaciones públicas han ganado el
respeto de la academia, los investigadores y el mercado profesional. La doctora Margarida M. Krohling Kunsch, presidenta de la Asociación Latinoamericana de
Investigadores de la Comunicación (ALAIC), ha contribuido a la
profesionalización de las relaciones públicas en Brasil.
En España, por ejemplo, el destacado investigador Jordi Xifra refiere que en
diciembre de 2002, la Asociación de Empresas Consultoras en Relaciones Públicas
y Comunicación (ADECEC) realizó el estudio La comunicación y relaciones públicas
en España. Una de las conclusiones que arrojó el referido estudio provocó enorme
preocupación a los profesionales de las relaciones públicas:
“La ambigüedad de la mayoría de las definiciones de relaciones públicas dadas
por los profesionales es tal, que podría aplicarse a cualquier otra disciplina
comunicativa como, por ejemplo, la publicidad. Esto no hace más que corroborar
que si algo caracteriza a las relaciones públicas a la hora de intentar
definirlas, es el confucionismo existente acerca de lo que son (...) Ni desde el
campo doctrinal ni desde el profesional nos ha llegado todavía una respuesta
razonada. Lo cierto, sin embargo, es que nadie puede negar que el descrédito
impera cuando formulamos al ciudadano de a pie qué entiende por relaciones
públicas (si es que entiende algo). Incluso las consultoras que participaron en
el estudio de ADECEC no solo consideran que el concepto de relaciones públicas
está desprestigiado sino que además consideran que está integrado -o
desintegrado, según como se mire- en el de comunicación (Xifra. 2003: XVII).
En años recientes, prestadores de nuevos servicios de comunicación han intentado
abrir mercados profesionales emergentes, aprovechando las evidentes
insuficiencias de las agencias de publicidad y el descrédito que todavía en
muchos países enfrentan los profesionales de las relaciones públicas.
El cabildeo
El cabildeo, por ejemplo, se ha convertido en atractiva área de oportunidades.
Los modernos cabilderos profesionales, afirma Jeffrey H. Birnbaun, ex
corresponsal del Wall Street Journal y autor del libro The lobbyists, son
“vendedores de privilegios”. En algunos países -México, por ejemplo-, los
cabilderos no precisamente gozan de una positiva reputación. “Los cabilderos son
despreciados, indignos de la confianza popular, porque generalmente representan
intereses multimillonarios. Para cubrirse de su mala fama, algunos prefieren
rescatar el anglicismo y hacerse llamar lobistas” (Scherer Ibarra, 2001:18).
Algunos gobiernos inclusive contratan los servicios de firmas especializadas en
cabildeo. Para concretar la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre los
gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México, por ejemplo, Carlos Salinas de
Gortari (1988-1994), entonces presidente de México, contrató los servicios de
las agencias Public Strategies, Burson Marsteller, y Shearman y Sterling, las
cuales se encargaron de persuadir a aquellos legisladores del Partido Demócrata
que no tenían interés alguno en aprobar el Tratado de Libre Comercio.
En México, por razones históricas muy profundas, la práctica del cabildeo admite
una inevitable asociación con el fenómeno del influyentismo. En los tiempos de
la presidencia imperial (1929-2000), el influyentismo fue uno de los signos
distintivos de los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional
(PRI), el cual gobernó ininterrumpidamente en México de 1929 al 2000. Al amparo
del influyentismo proliferaron la corrupción y el nepotismo. El influyentismo
además degeneró en patrimonialismo. Frecuentemente, los funcionarios de
dependencias gubernamentales dispusieron de los bienes públicos como si éstos
fuesen de su propiedad. Por medio de complejas negociaciones que frecuentemente
se realizaban al margen de lo establecido en la ley, los influyentes procuraban
satisfacer las peticiones y favores que solicitaban sus protegidos. Todo cacique
simultáneamente desempeñaba las funciones de gestor y negociador. Del eficiente
desempeño del cacique y de sus estrechas relaciones con las autoridades, en
buena medida dependía el efectivo incremento de sus cuotas de poder.
Marketing
El marketing político y el marketing electoral representan atractivos mercado de
trabajo para profesionales de la comunicación, tal como refiere la destacada
investigadora mexicana Guillermina Baena (1997). Más allá de la rigurosa
planeación de acciones propagandísticas (Herreros, 1989), la dirección de
campañas electorales demanda los conocimientos y habilidades de un nuevo perfil
de comunicador, capaz de planear, negociar, administrar grandes presupuestos y
gestionar fondos con posibles patrocinadores. La gestión estratégica de la
comunicación social en gabinetes de comunicación también representa otra
atractiva áreas de oportunidades, como advierten los investigadores Tomás
Álvarez y Mercedes Caballero (1998).
Los nuevos roles comunicativos que han asumido portavoces de los gobiernos en
los diferentes niveles de la administración pública -como también empresarios y
figuras públicas-, han contribuido a generar un atractivo mercado de servicios
profesionales en media training e imagen pública.
Los expertos en media training ofrecen servicios de capacitación a sus clientes
para obtener el mejor provecho posible de los medios de comunicación. Los
consultores en imagen ofrecen un amplio repertorio de consejos que incluyen
recomendaciones sobre protocolo, vestuario, aroma, la forma de contestar el
teléfono (De Menthon, 1994) y hasta cómo caminar (De Armentaras, 1962; Collel,
1996; Vargas, 1998 y 1999).
Imagen pública en Iberoamérica
El concepto de imagen pública fue introducido en el mundo hispanoparlante por el
célebre comunicólogo español Joan Costa, en el año de 1992. En la llamada
industria del consentimiento -término propuesto por Edgard Bernays, en 1955-,
participan profesionales de la comunicación y, por supuesto, auténticos
charlatanes, destacando antiguos conductores de televisión y hasta peluqueros.
Por ejemplo, en un pueblo próximo a Murcia, España, un peluquero ha incrementado
los precios de los cortes de cabello que ejecuta al posicionarse como
psicoestilista.
En España, el tema de imagen pública ha sido considerado asunto delicado. La
doctora Ana Azurmendi Adarraga (1998), investigadora de la Universidad de
Navarra, ha sido firme impulsora de un tema que permanecía como inédito en el
Derecho y en las Ciencias de la Comunicación: el Derecho de Imagen.
En resumen
Evaluar los posibles escenarios y situaciones de vulnerabilidad en la
organización; identificar públicos latentes o manifiestos que podrían tomar
provecho de un hecho inesperado para perjudicar los intereses del cliente
representado; anticipar posibles situaciones de conflicto; reconocer escenarios
y situaciones de riesgo; mediar y negociar con actores cuyos intereses resultan
antagónicos; impulsar radicales transformaciones culturales en las
organizaciones representan una de las áreas más exigentes de la gestión de
comunicación institucional en situaciones de crisis.
La supervivencia de muchas marcas e instituciones en buena medida depende de la
capacidad para reducir riesgos e incertidumbre. En algunas organizaciones, la
comunicación en crisis representa el escenario cotidiano. La organización
habitable (Serrano, et al, 2001) admite ser considerada como uno de los mejores
testimonios que ha generado la academia latinoamericana de comunicación para
documentar una eficiente gestión comunicativa, destinada a contribuir
positivamente a la transformación cultural de un gran corporativo de las
telecomunicaciones (Telmex), venciendo la resistencia de un sindicato que oponía
firme resistencia a toda iniciativa de modernización.
La comunicación con públicos financieros representa una de las áreas más
delicadas de la comunicación estratégica, como anticipaba Louise Fleming en
1990, y como han reconocido destacados teóricos de la comunicación como José
Daniel Barquero (2001), y Charles Fombrun y Cees Van Riel (2003). En América
Latina, muy pocas escuelas de comunicación han reparado en la importancia de la
comunicación estratégica con públicos financieros.
Por último, la formidable revolución de Internet y de las comunicaciones
digitales, en general, ha impuesto nuevas y exigentes competencias
profesionales. En años recientes, en América Latina no pocos académicos e
investigadores de la comunicación han pretendido asumir roles de supuestos
expertos en temas de cibercultura y Sociedad de la Información. La mayoría, sin
embargo, resulta incapaz de poder siquiera contribuir al eficiente diseño de
estrategias institucionales de comunicación en línea.
El advenimiento de nuevas áreas de oportunidades para profesionales de las
ciencias de la comunicación, naturalmente obliga a reparar en la pertinencia de
los planes de estudio de nuestras escuelas y facultades. En América Latina,
pocas universidades han advertido la necesidad de transformar sus planes de
estudio ajustándolos a la evidente complejidad que hoy supone el ejercicio
profesional de la comunicación.
La comunicación con públicos financieros representa una de las áreas más
delicadas de la comunicación estratégica, como anticipaba Louise Fleming en
1990, y como han reconocido destacados teóricos de la comunicación como José
Daniel Barquero (2001), y Charles Fombrun y Cees Van Riel (2003). En América
Latina muy pocas escuelas de comunicación han reparado en la importancia de la
comunicación estratégica con públicos financieros.
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Por: Octavio Islas
mexicano, director del Proyecto Internet del Tecnológico de
Monterrey, Campus Estado de México.