María Carolina Gonzalez Amat , fundadora y diseñadora de Los diseños de Lola (www.losdisenosdelola.com.ar).

Para los humanos poder dormir bien es una bendición. ¿Por qué para nuestras mascotas sería distinto? Ellos también necesitan un lugar acondicionado, cómodo, para poder descansar de un modo adecuado, pues esto también influenciará en su humor y actividad durante el día.

Por eso, sin importar si duerme afuera o adentro, lo ideal es que el animal cuente con un espacio especial para él, donde reconozca que es su rincón. Quizá, esto puede resolverse fácilmente con una pequeña "cama" acolchonada que delimite la zona de descanso. Lo fundamental de este accesorio es que sea fácil de limpiar.

Luego, hay que conocer bien las necesidades del perro. Por ejemplo, hay que informarse sobre su raza, pues algunas son más ansiosas que otra y seguramente no tolerarán dormir afuera o tardarán más en acostumbrarse a dormir solos. En todos los casos, es preciso ser claro en las reglas desde el principio.

Si la casa cuenta con espacios exteriores amplios, lo ideal es que la mascota pernocte allí, pues muchas veces les gusta vagar durante la madrugada en períodos cortos. Además, es su lugar para correr, jugar y comer. Esto, claro está, además soluciona el tema de la higiene interna del hogar.

En cambio, si se vive en un departamento o en una casa sin exteriores ahí vuelven a cobrar protagonismo los accesorios para dormir. Además de ser un "dormilón" cómodo para el animal, es importante que sea una pieza que pueda adecuarse a la decoración del ambiente donde se lo coloque. ¿Cómo? Por ejemplo podemos elegir un estampado que combine con el color de los muros o que forme todo un conjunto con los platos, collar del perro y más.

Claro está, la colchoneta debe ser acorde al tamaño del animal, para que no queden partes de su cuerpo por fuera, pero que tampoco sobre tanta cama que se sienta indefenso. Eso sí, si la compran con el perro siendo un cachorro tengan en cuenta su rápido crecimiento. También es importante elegir el material, para que el perro no pueda romperlo fácilmente mordiéndolo, sobre todo en sus primeros meses de vida.

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