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Noticia Ampliada

  • 28/11/2024
  • Ser otro: cómo se compone un personaje

Por Patricio Vega, director de Laboratorio de Guion (www.laboratoriodeguion.com.ar)

Un buen relato descansa sobre tres pilares fundamentales: tema, trama y personajes. Si la trama es el encadenado de acontecimientos y el tema es lo que da sentido a ese montaje de situaciones, los personajes constituyen, sin dudas, el puente entre uno y otro. Toda película memorable es tal gracias a que ha sabido forjar personajes únicos. El espectador necesita identificarse con ellos, padecer junto con ellos, crecer, madurar, transformarse. El cine, como otras artes, satisface el deseo culposo de ser otro. Un personaje es aquello que podría llegar a ser el espectador si se atreviera a vivir a fondo una aventura o es aquello en lo que nunca quisiera convertirse. Eso sí; jamás debe resultarnos indiferente. ¿Qué tiene un personaje que lo hace memorable? Ante todo tiene verdad. Y eso significa, esencialmente, que tiene contradicciones y que tarde o temprano deberá enfrentar un dilema. Lo mejor que podemos desearle a nuestro protagonista es que no sea feliz. Es la única forma en que vamos a poder obligarlo a atravesar una serie de infortunios que lograrán sacar lo mejor de él o, al menos, aquello que verdaderamente lo define.

Muchas veces sucede que los personajes que nos toca construir nos resultan algo lejanos. Ya sea por edad, profesión, estructura de pensamiento o forma de hablar. Necesitaremos entonces encontrar características que nos ayuden a imaginarlo de la manera más fiel posible. Todo elemento en un film necesita de una aproximación intelectual y una sensorial. Para escribir un personaje necesito poder verlo, escucharlo, completarlo en todos sus aspectos. Es vital utilizar todos los sentidos para darle volumen a ese personaje. Luego sí, comprender su psicología, conocer aquellos hechos de su historia personal que influyen en el presente, definir sus objetivos. Es deseable que nuestros personajes descubran su deseo más profundo y genuino mientras actúan por la necesidad de resolver un conflicto. De esta manera los personajes no saben lo que quieren, sino que lo descubren a lo largo de la historia.

Más tarde deberemos encontrarles, por supuesto, una manera apropiada de hablar. La edad, la clase social, la ocupación, el entorno en el que se mueve nuestro personaje y su background cultural influirán, desde ya, en la manera en que se exprese. Es importante para cualquier que intente escribir aprender, antes que nada, a escuchar. Dedicarle horas y horas a escuchar conversaciones, por más triviales que nos parezcan, sirve para entrenar el oído. Dialogar no es otra cosa que ponerle música a una escena. El diálogo tiene que sonar bien; esa es su principal condición.

Un personaje se define tanto por lo que hace como por lo que no se atreve a hacer; tanto por lo que dice como por lo que calla. Encontrar ese equilibrio es la aventura del escritor.

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