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Noticia Ampliada

  • 27/11/2024
  • “Buenas Prácticas” para la empresa familiar Por Jorge Hambra, Director del Club Argentino de Negocios de Familia (www.canf.com.ar)

Las empresas familiares tienen la impronta de fundador, y muchas veces colapsan por problemas que van surgiendo a raíz de vínculos confusos entre sus miembros.

Para que puedan perdurar en el tiempo y crecer, es aconsejable que implementen una serie de “Buenas Prácticas”, es decir un conjunto de medidas y acciones organizadas, probadas y flexibles, que contribuyan al desarrollo de la organización. Entre otras, podemos señalar:


1- Racionalizar la toma de decisiones en todas las cuestiones de la empresa y sobre todo en lo referente a las inversiones. Para esto, algunas recomendaciones son:
Tomar las decisiones de manera colegiada, no de modo unipersonal.
Analizar la rentabilidad, el riesgo, la sustentabilidad, las condiciones del contexto y, en consecuencia, ponderar la importancia de la inversión en función de otras alternativas.
Analizar los efectos a corto, mediano y largo plazo de las decisiones.
Analizar las decisiones de manera sistémica, es decir, cómo una decisión de un sector impacta en otras áreas de la empresa y por ende, en los resultados.


2- Definir y separar las funciones y campos de trabajo de cada familiar. De este modo se evitan dos problemas recurrentes en la empresa familiar: el solapamiento de funciones, y los huecos en la gestión. Y además esto contribuye a optimizar su aprovechamiento del tiempo y performance, generando mejoras en los resultados económicos.


3- Segmentar los temas sobre los cuales cada responsable de área puede accionar y decidir con total autonomía sin consultar con los demás, y delimitar cuales son aquellos sobre los que no puede hacerlo. De esta manera se evitan conflictos, y la gestión se vuelve más ágil y por ende, más eficiente. Para lograrlo, será necesario establecer políticas claras para la toma de decisiones.


4- Diseñar dos tipos de reuniones, distinguiendo los temas a tratar en cada una de ellas.
Por un lado, los temas de negocios deberán ser tratados en las reuniones de directorio, teniendo en cuenta las siguientes pautas:
Frecuencia regular de las reuniones: dependiendo de la complejidad del negocio, se recomienda como mínimo una vez al mes.
Agenda previa con fecha y hora.
Temario a tratar.
Acta de lo que se conversó y de las decisiones tomadas.
Integración o no de un Director o asesor externo a la familia.


Por otro lado, los temas familiares y patrimoniales deben ser tratados en la Asamblea Familiar o Consejo de Familia, teniendo presente las siguientes características:
Frecuencia regular: como mínimo se recomienda que sean cuatrimestrales.
Planificación de los temas a tratar.
Acta de lo que se conversó y de las decisiones tomadas.
Para informar o trabajar sobre algunos temas es necesario y recomendable la integración de familiares políticos, futuros accionistas.


5- Lograr una continuidad de estas reuniones, para que se reduzca la carga emocional y el grado de conflictividad de las conversaciones que se mantienen en las mismas.


6- Desarrollar el proceso de Protocolo Familiar, ya que aportará los siguientes beneficios:
Alivio al ver plasmado un proyecto organizado, surgido del consenso y madurez familiar.
Surgimiento de nuevas preguntas y nuevos modelos perceptivos de la empresa y familia que antes no se tenían permitido pensar, y comenzar a gestionar de una manera más saludable, debido a la conexión entre ambos ámbitos.
Generación de condiciones necesarias para alcanzar la sustentabilidad y continuidad de la empresa a largo plazo, tales como participación e integración de nuevas generaciones.
Protección de los vínculos interpersonales a través de la prevención de conflictos, por medio de la generación de criterios y pautas para su resolución en el caso de que surjan.

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