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Noticia Ampliada

  • 28/11/2024
  • En el hospital también se juega

Por Teresa Méndez, Responsable Área Psicosocial Fundación Flexer (www.fundacionflexer.org).

Cuando un niño está enfermo esto altera la vida cotidiana de toda la familia. Las rutinas quedan atrás y los días se llena de estudios, visitas al médico y tratamientos. Esto se agrava todavía más cuando hay que internarse. Sin embargo, los adultos deben tener siempre presente que es un niño quien pasará a estar en el hospital, y hay que seguir acompañándolo en u crecimiento y desarrollo.

Ya solo escuchar la palabra cáncer provoco que aparezcan temores, angustias y desesperanza. Y el niño debe enfrentarse a esto más a los cambios que sufrió en su vida, por eso necesita contención. Pasó de estar en su casa o en el colegio, de ver a sus amigos, a estar internado. También es importante señalar que la forma en que los pequeños entienden la enfermedad y el tratamiento depende en parte de su etapa evolutiva y de su carácter, aunque también influyen la forma en que los padres tratan el tema y la manera en que los médicos establecen la comunicación con la familia.

Estar en el hospital es una experiencia fuerte para todos, y más si son chicos. Lo mejor es contarles cuáles son las rutinas que pasará allí, presentarle a los profesionales, explicarles en qué momentos estarán acompañados por sus papás, qué estudios les harán. Esto los ayuda a afrontar con menos angustia y ansiedad el día a día.

También es probable que el pequeño empiece a sentir cansancio, en esos momentos la contención se vuelve un pilar. Para eso hay que escucharlo, que cuente lo que lo mantiene activo, animado. Es importante que exprese lo que siente, qué le preocupa o le da miedo. Deben saber que está bien reírse o llorar. La verdad debe ser la guía, el diálogo honesto es señal de que está siendo tenido en cuenta. Muchas veces el humor es la herramienta para atravesar los momentos de decaimiento. Los chicos pueden hablar sobre el dolor, sobre qué les preocupa acerca de la enfermedad.

Obviamente, todo esto es importante, y también es muy valioso habilitarles momentos de juego. El juego los conecta con todo aquello que pueden, entran a mundos imaginarios, pueden en ellos ser reyes, princesas y hasta correr libremente. Acompañarlos activamente ayuda a mejorar la predisposición, aumenta la calidad del tiempo que permanece en la institución, favorece la autoestima del chico al sentir que se ha podido enfrentar exitosamente una situación difícil y fortalece la alianza terapéutica con el equipo de salud.

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