Por especialistas de la Fundación Leer, (www.leer.org).

La variedad de textos que se ofrecen a los chicos es casi infinita. Cada vez más se amplía la propuesta donde el texto ya lejos de ofrecer al lector una recepción pasiva, entabla con él un diálogo interactivo de construcción, reconstrucción e inauguración de sentidos e interpretaciones.

Los libros para niños (no exclusivamente) contemplan en un gran porcentaje una propuesta estética que no acompaña o decora el texto, sino que lo constituye en su experiencia de lectura.

Hablamos de aquellos libros objeto, ideales para los niños más pequeños ya que son muy manipulables, troquelados, desplegables, con pegatinas; incluyen sonidos, movimientos, rompecabezas o piezas de construcción. Algunos emulan un objeto real como una pelota o una almohada y otros hasta tienen escenarios tridimensionales. Estos últimos, también llamados pop-up, despliegan una experiencia que va más allá de la mera lectura convencional del texto montando situaciones e imágenes en relieve con el solo pasar las páginas.

Para los niños que comienzan a tener cierta autonomía frente a los textos, existen libros que reemplazan determinadas palabras sustantivas y recurrentes en la historia por símbolos pictográficos. Texto en imprenta mayúscula intercalan ilustraciones que permiten a los pequeños lectores en formación construir la secuencia narrativa.

Sin embargo, la propuesta con más éxito de lectores en los últimos años responde a los famosos libros álbum. Quizá lo más singular de su naturaleza sea la relación entre ilustración y texto. La presencia rotunda en cada página sorprende al lector desprevenido y lo invita a alejar la creencia de que lo más importante de la historia reside en las palabras. En un libro álbum la imagen significa en sí misma y entabla un diálogo con la palabra. Un diálogo que activará cada lector de acuerdo a sus propias perspectivas, experiencias y horizontes. La ilustración, el diseño del texto y la página, el papel y toda la propuesta editorial no quedan libradas al azar y conforman una unidad estética y de sentido.

Visitar librerías y bibliotecas con los niños es una tarea de los mediadores a fin de garantizar el acceso a la inagotable oferta editorial de libros de calidad para niños en los que la propuesta estética ha dejado de ser “los dibujitos que acompañan el texto”.

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