Noticia Ampliada
- 28/11/2024
- El juego y su relación con la Cultura, la comunidad y la familia
Damián Calvo, presidente de Lekotek (www.lekotek.org.ar).
El juego tiene una estrecha relación con la cultura. No existe nada sin juego, y la cultura es tal porque así se juega. Lo que sucede es que generalmente tenemos naturalizado al hecho de jugar, entonces no lo vemos como una acción cultural.La relación entre ambos elementos es tan simbiótica, que cultura y juego son inseparables. ¿Qué fue primero, el juego o la cultura?, se pregunta Johan Huizinga, en su libro Homo ludens, y desde esa pregunta puede descifrar que el juego es generado por la cultura.
Algunos hoy ven al juego como una herramienta de intervención. Hablan del jugar por jugar, pero jugamos porque es un bien cultural. En el juego no hay objetivo previo, algo que sí aparece cuando desnaturalizamos el jugar. Hay que entender que el juego no tiene propósito previo, en su esencia cultural no plantea objetivos. El juego es el desarrollo de un bien cultural que tomará la forma propia del momento en que se genere. En estos momentos actuales, tiene que ver con lo tecnológico.
El juego es una matriz que les permite a los niños entrar a la cultura de una manera natural, por eso muchos se repiten de generación en generación. Pueden cambiar las formas o los soportes, pero el espíritu lúdico y el fin siguen siendo los mismos. Cuando jugamos vamos ingresando a los modos de la familia, de la comunidad, de la sociedad. Cada familia tiene una microcultura en su manera de jugar, y eso se refleja en la identidad que desarrollamos, tanto en el grupo, como padres, abuelos. El juego es constructor de identidad. Portamos una manera de ser que nos identifica. Además, nos representa culturalmente, y por lo tanto también a la época
En este sentido, Daniel Calmels sostiene que los juegos en la infancia tienen tres variantes: sostén, ocultamiento y persecución. Estos tres elementos se repiten siempre en los juegos, solo se van entrelazando y provocando así distintas dificultades. Si analizamos, los podemos detectar incluso en los juegos de adultos, y corresponden a acciones que los niños necesitan y deben ir desarrollando para crecer y formar su identidad.
¿Te acordás?
Con el paso del tiempo algunos juguetes fueron cambiando, pero hay determinados juegos que en realidad modificaron el modo pero conservaron la esencia. Esto se debe a que es una condición lógica y necesaria para que acompañen el desarrollo de las personas y sigan siendo organizadores en relación al niño y su mundo y al niño con los adultos.
En épocas anteriores, algunos juguetes, muchos de ellos, eran usados por los mayores y luego se transfirieron a la infancia. Esto se puede ver en las películas que muestran las costumbres de las cortes reales, por ejemplo.
Claro está que para ver a qué jugamos primero hay que saber en qué contexto se da. Una cosa es un niño jugando en un departamento y otra muy distinta si puede correr y saltar en un cerro. En ambas experiencias hay diferencias, cambia el mayor o menor contacto con la naturaleza, con la tecnología, la posibilidad de desplazarse. Los elementos que nos encontramos alrededor pueden ser buenos disparadores para idear los propios momentos lúdicos.
Actualmente, muchos autores y profesionales miran con preocupación que los pequeños juegan cada día más con dispositivos electrónicos. En este sentido, la tecnología provoca un cuerpo más pasivo que el de aquellos que están en ámbitos más naturales. Pero, lo curioso es que, a pesar de vivir en distintos contextos, aquel trío de elementos que plantea Calmels se presenta en los dos escenarios. Y esto es así porque esas tres partes tienen que ver con lo necesario para el desarrollo de las personas.
Por todo esto, los adultos deben garantizar los momentos de juego. Hay que fomentar que se encuentren con el placer, pues será una sensación que los acompañará y guiará el resto de sus vidas. Historial de noticias