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Noticia Ampliada

  • 31/12/1969
  • Vale todo

El juego es la actividad por excelencia de la infancia. Su presencia es invalorable, pues no solo estimula a los niños, también los constituye como sujetos.

Que el juego es fundamental en la vida de los niños ya no hay nadie que lo ponga en duda. Es un medio creativo de expresión y de aprendizaje, es tomar contacto con el mundo interno y el que lo rodea. Este los ayuda a adaptarse, a desarrollarse física, emocional y socialmente, pues favorece el proceso de inserción en el medio familiar y social.
“El juego permite al niño construir y vivir experiencias imprescindibles para el desarrollo de su personalidad y su autoestima. En él organiza cada escena desde su principio de placer y regula a voluntad los protagonistas del mismo, los sucesos que en él se desplegarán, decidiendo asimismo el final más feliz para él. Incluso, mediante el mismo, se elaboran situaciones traumáticas, ya que el niño puede recrearlas cambiando su final, viviendo la experiencia desde otro lugar que hubiera preferido o desde el cual ve a historia de una manera más saludable”, analiza la licenciada Marisa Russomando, psicóloga (MN: 23189) y directora del espacio La Cigüeña (www.espaciolc.com.ar).
Según esta especialista, el juego también es aprendizaje. “Los pequeños aprenden jugando. No se trata solamente de conocimientos y adquisiciones, sino también de las normas del mundo social. La experiencia que el juego da en su relación con la realidad, su vivencia, le da sentido y base a la mayoría de los aprendizajes fundamentales de la vida cotidiana y aprendizajes avanzados futuros. Su posibilidad integradora de sentidos y percepciones, contribuye a su vez a la imaginación y la creatividad. ¡Comienza el juego y todo puede suceder!”, asegura Russomando.
Para Damián Calvo, presidente de Lekotek (www.lekotek.org.ar), entidad que mediante el juego integra a niños con capacidades diferentes y en situación de riesgo social, “es imposible pensar en la infancia sin el juego, es la actividad esencial para crear vínculos –incluso con la realidad–, es la que le da al chico su identidad como sujeto”.
En este sentido, los adultos que están a cargo de los niños, ya sea en la casa familiar como en instituciones formales (escuela, club y más), son quienes deben avalar que sea posible el desarrollo de ese espacio para expresarse. “Priorizar en la infancia los espacios de juego es garantizar que cada chico tenga la oportunidad de crear y recrear la realidad de manera constante. Para la valoración del juego es importante reconocer en él el espacio placentero que nos brinda, al cual ingresamos de manera libre y voluntaria, en donde nos esperan miles de oportunidades”, argumenta Vanina Figule, Directora de Métodos Educativos de Scouts de Argentina (www.scouts.org.ar).
Punto de vista
Observando a los pequeños jugar es mucha la información a la que los padres, docentes y adultos a cargo pueden acceder. “Es la manifestación del niño. En sus acciones lúdicas muestra sus afectos, los intereses y hasta los conflictos que atraviesa. El ejemplo más típico es un chico que tiene que ir a una guardia, lo revisan y hasta pueden tener que pincharlo. El puede sentirse invadido, no entender qué pasa, por eso al otro día o al volver a la casa seguramente jugará al doctor y le dará vacunas a sus muñecos, con eso pone de manifiesto su estado de ánimo y repara la situación vivida de manera traumática”, explica Calvo.
“En el juego expone el aprendizaje de la vida cotidiana. Se ve la creatividad como característica de los niños, esto se nota cuando elige el tema, el personaje, qué objetos busca para respaldar su recreación y también a qué personas convoca para compartirla. Al verlos uno sabe qué pasa en la familia y hasta puede ser un llamado de alerta. Muchas veces nos pasó de preguntarles a los padres si estaban esperando un bebé y ellos lo negaban, pero a las semanas venían al colegio a decir que finalmente era así, coincidiendo con lo que su hijo había expresado en su momento lúdico”, cuenta Adriana Kirimoto, coordinadora de japonés en el Nivel Inicial del Instituto Privado Argentino Japonés “Nichia Gakuin” (www.nichiagakuin.edu.ar).
Por sobre todo, el juego es placentero y divertido, libre y voluntario, el niño lo ejerce por la simple satisfacción que la actividad lúdica genera. “El juego nos acompaña durante toda nuestra vida, nuestra capacidad lúdica va creciendo junto con nosotros, solo debemos ejercitarla ya que la capacidad de jugar se desarrolla jugando. Naturalmente, la infancia es la etapa por excelencia en donde nos animamos a jugar más fácilmente, pero vamos incorporando diferentes tipos de juego en cada etapa, iniciamos con uno en solitario con un principio de placer muy fuerte para ir incorporando uno más simbólico, social, reglado. Lo fundamental es que nuestras ganas de jugar no desaparezcan con los años”, advierte Figule.
En las aulas y los libros
“A la educación la ayuda y complementa. En el jardín de infantes es imprescindible. En nuestro caso, por ejemplo, aprenden el idioma japonés mediante juegos y canciones. En la sala de dos años es común ver a los pequeños acunando a un muñeco y cantándole en japonés. Luego, de acuerdo a las edades, primero les ofrecemos juguetes de la salita, para después pasar a usar materiales descartables para que exploren al máximo su creatividad. La cinta adhesiva es nuestro mejor juguete. Por otro lado, los docentes primero juegan con ellos para orientarlos y al verlos conectados se van alejando del contexto y toman un rol de observador secundario”, describe Kirimoto.
Siguiendo este razonamiento, la directora de Scouts, sostiene que “los mejores juguetes son los más simples, pues posibilitan un desarrollo de la imaginación y la creatividad. En muchos casos los productos más llamativos visualmente, que poseen infinidad de accesorios, por el contrario a lo que uno supone limitan el accionar de los niños ya que ofrecen un juego de alguna manera preestablecido. En cambio los confeccionados en materiales cálidos -una muñeca de tela, los juegos de construcción, los materiales artísticos- posibilitan la transformación y acompañan la posibilidad de crear nuevos juegos”.
Al mismo tiempo, los libros han empezado a tener un costado más lúdico. Ejemplo de esto son las colecciones de Catapulta Editores (www.catapulta.net). “Nuestras obras son disparadores creativos. Proponen un relato o una actividad que estimula el desarrollo de la imaginación y la creatividad, generando un espacio de encuentro entre los niños. Un libro no es un juguete en sí mismo, pero además de ser formativo puede proponer dinámicas de actividades y juegos”, aclaran desde la editorial.
Sostener espacios de juego seguros, contenedores y acompañados con la presencia que el niño requiera será la manera de promover un aprendizaje libre, saludable y placentero.

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