Por Maximilian Kon, CEO de Yokogawa (www.yokogawa.com)

Desde hace algún tiempo, los países industrializados han empezado a educar sobre la necesidad vital de mantener el clima, el agua y otros servicios de los ecosistemas, y acerca de las responsabilidades que tanto personas como empresas tienen de conservarlos. Para las empresas esto es importante, no solo porque con sistemas sostenibles se cubren de manera sana las necesidades de las personas, sino también porque el cuidado del ecosistema asegura mejores rendimientos en sus negocios.

Entre las herramientas utilizadas por los países- y también las
organizaciones- para disminuir la agresión al medio ambiente, se encuentra el control ambiental. Este consiste en la aplicación de medidas -legales o técnicas-, para disminuir o evitar la alteración del entorno o consecuencias ambientales producidas por las actividades del hombre o por desastres naturales, y reducir o eliminar los posibles riesgos para la salud humana. Un ejemplo de estos controles son las mediciones que se realizan de contaminantes en efluentes líquidos, en efluentes gaseosos y respecto del manejo de residuos especiales (incluso aunque fueran tratados por terceros).

Muchos países cuentan con legislación ambiental que las organizaciones deben cumplir para evitar multas. Cada industria, dependiendo de sus características y dimensiones, será alcanzada por un determinado marco regulatorio que definirá frecuencia de medición, límites admisibles de contaminantes, métodos de medición, calibración de equipamiento, etc. Por ejemplo, con respecto a la frecuencia, las centrales térmicas que produzcan más de 50 MW en una turbina de vapor y quemen combustible líquido deben realizar monitoreos continuos. En cambio, una que queme combustible gaseoso de las mismas dimensiones, puede hacer los controles en forma trimestral.

Otras veces la adopción de controles es voluntaria, como la planteada por las normas ISO-14000, orientadas hacia la gestión efectiva del medio ambiente por parte de las organizaciones. Esta familia de normas propone la estandarización de formas de producir y prestar servicios protegiendo el medio ambiente, aumentando así la calidad del producto y como consecuencia la competitividad.

Es posible que en el caso de contratar un Seguro Ambiental, la prima que debe pagar el tomador sea función de los controles ambientales que realiza y de la implementación de un sistema de gestión ambiental.
Pero incluso en casos donde existe un vacío legal, muchas empresas (sobre todo multinacionales) tienden a cumplir los mismos requisitos legales que en su país de origen a fines de evitar posibles juicios en el futuro. Por un lado, evitan sanciones económicas y por el otro cumplen sus objetivos de RSE.

¿Qué pasa con las Pymes?

En muchas empresas el control ambiental hoy es tomado como un gasto (consideran que no obtienen ningún beneficio por realizarlo). De este modo, las pequeñas empresas que no cuentan con los recursos suficientes no se pueden permitir realizarlos a menos que exista una legislación que los obligue.

Sin embargo, existen en la actualidad casos de Pymes que están empezando a realizar controles, por ejemplo, curtiembres, frigoríficos, tintorerías etc. que vierten diariamente efluentes líquidos a la Cuenca Matanza-Riachuelo. Para estos casos hoy existe financiación por parte del estado para su reconversión industrial a tecnologías ambientalmente más benignas con el fin de lograr el saneamiento de la cuenca.

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