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Noticia Ampliada

  • 24/11/2024
  • Bebes y niños, cuando comer es “todo un tema”

Por la Lic. Marisa Russomando, Psicóloga (MN) 23189, www.marisarussomando.com.ar , Directora de Espacio La Cigüeña.

La alimentación entra dentro de las rutinas saludables que como padres debemos transmitir a nuestros hijos. Se trata de una construcción, un aprendizaje mediatizado, entre otras cosas con el ejemplo. Si el niño crece en un entorno cuya relación con las comidas es disfuncional, tendrá consecuencias en esa formulación. Los adultos deben estar muy atentos a lo que transmiten para evitar bases anómalas.

El primer paso es definir que un trastorno en la alimentación es una enfermedad causada por la ansiedad y por una preocupación excesiva por el peso corporal y el aspecto físico, relacionada con la alteración de los hábitos alimenticios comunes. La persona que padece algún problema en su alimentación basa en la comida -un particular significante al que el enfermo otorga un significado específico de acuerdo a diversos factores psicológicos y evolutivos- todos los pensamientos y actos que forman parte de su cotidianeidad. Estas conductas están sujetas a factores internos como el nivel de autoestima, presiones familiares, frustración por tener sobrepeso, comparación constante con alguien cercano por parte de un familiar u amigo y más.

Generalmente, estos tipos de trastornos en la alimentación, más allá de los síntomas que encierra cada uno, son acompañados por un marcado aislamiento de la persona, excesivo cansancio, sueño, irritabilidad, agresión (sobre todo hacia personas conocidas y miembros de la familia), vergüenza, culpa y depresión, registrándose uan perturbación en la identidad a partir de la nominación de la enfermedad.

Conducta heredada

La relación que los adultos tengan con las comidas incidirá directamente en los hábitos de los pequeños. Sería bueno entonces que éstas estén asociadas a la alimentación, al placer con medida. La insistencia no es el mejor camino para lograr que un pequeño se alimente.

Debemos brindarles una consigna clara enmarcada en una rutina a cumplir. Se trata de una práctica que hará que en determinados momentos del día se ingiera tal o cual alimento, de manera ordenada, con el ritual que cada familia tenga: la mesa, el encuentro, apagar la televisión, suspender las actividades por un momento e higienizarse las manos, entre otras. Asimismo, es importante evitar el picoteo tanto de los adultos (modelos a seguir) como el de los pequeños. Una vez más, la rutina debe establecerse y las medidas saludables la
acompañan: no estará permitido comer cualquier cosa a cualquier hora, y se tomarán medidas. Por ejemplo, no es lo mismo ingerir galletitas o golosinas que trozos de queso o frutas.

Las horas de las comidas deben ser una invitación a encontrarse, a conversar alrededor de la mesa acompañados de alimentos ricos, variados y tentadores. Es esperable que esto funcione como nucleamiento familiar (en un clima ameno, distendido, favorecedor del
diálogo) y que aporte los valores nutritivos necesarios, que se basan en una dieta variada y equilibrada. Todo esto sumado a la explicación de la importancia de una buena alimentación para la vida sana debería motivar a los niños.

Si la problemática persiste, es importante acercarse a los profesionales de confianza, como el pediatra y la psicóloga que acompañarán lo que está transitando la familia y darán una orientación elaborando estrategias según corresponda en cada caso. Ellos incluso pueden sugerir entrevistas interdisciplinarias.

En la mayor parte de los casos se recurre a un tratamiento en conjunto entre pediatra, psicóloga y nutricionista, con un abordaje de acompañamiento familiar que puede derivar en un proceso en conjunto entre el niño, sus padres y hermanos. Cada trastorno, enfermedad y/o síntoma puede llegar a niveles de gravedad; para evitar esto es necesario consultar desde el primer indicio que puede ser referido a la comida, a cambios de humor o sociales. Si el niño concurre a la escuela, ésta debe estar al tanto y acompañar el proceso.

Por último, hay que tener en claro que la alimentación es un derecho y un elemento fundamental para el desarrollo, debemos lograr un vínculo natural, ordenado y saludable con ella. El premio y/ o castigo que está mediatizado con la misma, borran estos conceptos relacionándola sólo con el placer que hay en la ingesta y no en lo nutritivo.

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