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Noticia Ampliada

  • 31/12/1969
  • Teatro y software: dos formas de creación

Por Blas Briceño, presidente de Finnegans, (www.finnegans.com.ar). Actor y Productor del Festival de Teatro Isleño.

Cualquier actividad profesional comprometida con la innovación tiene numerosas analogías con la actividad artística y en particular con el teatro, concebido como la realización del acontecimiento único que pone en presencia al actor con el público para transmitir a través de una obra, de un libro, una historia, un sentimiento.

Lo que diferencia al teatro de otras disciplinas artísticas es, por un lado, esa puesta en escena cada día renovada, y el intercambio, la comunión que ocurre entre el actor y el público cuando se representa la obra; cada representación es distinta de la otra y, muchas veces, hasta la conexión con el público establece una diferenciación de lo que pasa, por sus características, por el día, etc.

El entrenamiento del actor está siempre en conectarse, desde distintas técnicas, con determinadas características propias de la personalidad que lo ayudan a componer un personaje y definirlo. Es un proceso de búsqueda e investigación personal, siempre desde una dirección que lo orienta. Ahora bien, es interesante que cuando pensamos en organizaciones exitosas, encontramos que presentan esta cualidad como una de sus características sobresalientes: la búsqueda persistente y abierta, no tener la respuesta a priori sino ir formulándolas a través de un ejercicio de investigación y entrenamiento, que implique la cabeza, el cuerpo y el espíritu. Las organizaciones más exitosas son las que saben que no basta con ejecutar lo que saben que hay que hacer.

Quienes nos dedicamos a la creación de soluciones, en mi caso particular desde el software, sabemos que el punto más importante de concebir nuevas obras es que permitan mejorar lo que existe, que sean innovadoras y que aprovechen las tecnologías disponibles para obtener mejores resultados para los usuarios.

Muchas veces me he encontrado con que todo el proceso de crear y llevar adelante un festival de arte, de hacerlo evolucionar, tiene mucha relación, como proceso creativo, con construir software. Si el foco está puesto en la innovación, la creación, en el pensar lo nuevo, perfectamente puede complementarse a lo que después hace el ingeniero que ejecuta ese trabajo, permitiendo que el software funcione, sea bueno, sólido y útil para el usuario.

Al hacer una obra, al producir un festival de teatro, el desafío es lograr aunar el objetivo de todos los protagonistas en una acción común más allá de los intereses individuales de cada uno. Hay un aspecto del mundo del artista que tiene que ver con los egos, la necesidad de mostrarse, algunos rasgos de divismo, que hay que lograr que no interfieran con los objetivos de una producción. En esa articulación de personalidades heterogéneas, en el aprendizaje de cómo hacerlo exitosamente encontramos también la analogía de gestionar proyectos o de dirigir un grupo de trabajo heterogéneo. Se puede aprender mucho del desarrollo de habilidades para lograr un trabajo en equipo que integre las distintas perspectivas: la del consultor, el cliente, la empresa, el usuario. Los intereses individuales deben ponerse al servicio del interés grupal cuando se tiene que articular un proyecto y que este sea exitoso.

En todos los procesos siempre debe primar la búsqueda permanente de “nuevas formas”. En la ejecución de nuestro trabajo como organización, también tiene que ver con tener una escucha más entrenada en las necesidades de nuestros usuarios, nuestros clientes, estando siempre atentos a que esa escucha nos enriquezca y modifique nuestra forma de brindar un servicio.

Steve Jobs decía que al usuario no había que preguntarle lo que quería sino darle lo que necesitaba. Uno tiene el lugar, como creador de software, de poder ver, descubrir y desarrollar soluciones que van más allá de lo que el usuario puede ver. En ese sentido está la analogía con el proceso creativo: uno, en el proceso creativo artístico como el de una obra de teatro, investiga, tiene su resultado que es la obra, lo pone a disposición del público y el público sabrá si le gusta o no, si le cambia algo en su vida, si se conmueve o no.

Es cierto que la diferencia está en que en software el fin no es sorprender ni conmover sino ser útil, que el resultado final de ese proceso sea algo beneficioso para el usuario. Un buen artista opera a pesar de lo que resulte útil para el espectador, en realidad, su fin es descubrir y si ese descubrimiento se plasma o no, no tiene en ningún caso un sentido de utilidad. Pero la responsabilidad de crear algo nuevo, ir más allá de la vista del espectador o del usuario son actitudes análogas.

Lo que más valoro en mis actividades, al tener la posibilidad de actuar en los dos escenarios, el teatro y la empresa, es el
compromiso del acto creativo. Es en esto en lo que voy creciendo, en
la responsabilidad de crear, de tener una actitud de descubrimiento y construcción de cosas nuevas que ayuden a entender mejor el mundo, a crear cosas mejores en él. Ese es el sentido de responsabilidad y desafío que me dan las dos actividades que más disfruto.

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