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Noticia Ampliada

  • 31/12/1969
  • Cuidar y pensar la salud de todos

Es psiquiatra y un gran luchador, José Lumerman estableció un modelo terapéutico de atención de salud mental que ha cambiado la manera de encarar estas enfermedades.

Emprendedor de Ashoka y establecido hace años en Neuquén, ha logrado transformar la realidad de esa provincia que no contaba con profesionales en dicha área. El es el titular del Instituto Austral de Salud Mental (Iasame), programa que integra el Proyecto global de Salud Mental impulsado por la Universidad de Columbia, Estados Unidos.

-¿Cómo fue el primer contacto en el Sur?
-Llegué a Neuquén en 1987, junto con mi familia, después de ganar un concurso como psiquiatra full time del sistema de salud provincial. Mi tarea consistió en desarrollar un servicio de alta complejidad en el Hospital Castro Rendón, cabeza del sistema, para garantizar la asistencia psiquiátrica en este nivel y para que la Subsecretaría de Salud iniciara el proceso de capacitación de los equipos de atención primaria de la salud, integrados por médicos generales, enfermeros, asistentes sociales y agentes sanitarios (todos estos recursos existentes en el sistema garantizando la salud de la población del interior de la provincia), para que las personas con trastornos mentales graves pudieran ser tratadas por ellos en sus lugares de origen.

-¿Qué problemas se presentaron?
-Por razones diversas, esta iniciativa del sector público y de vanguardia internacional quedó trunca, condenando al sistema de salud a un injusto abandono asistencial de la población afectada y sus familias. Un claro ejemplo de ello es que en 1987 el servicio contaba con nueve camas de internación. Hoy tiene diez para toda la provincia.
El lado positivo fue que en 1993 el director médico del Instituto de Seguridad Social de Neuquén, el Dr. José Russo, me solicitó que desarrollara una institución para dar respuesta a la demanda de sus afiliados de recibir tratamientos. Éstos debían ser trasladados al Hospital Italiano en Capital, donde eran internados, y luego de compensarse retornaban a Neuquén.

-¿Esa metodología era útil?
-Esas derivaciones resultaban terapéuticamente insuficientes debido a la falta de respuestas de rehabilitación y reinserción socio- productiva en sus comunidades, además de ser onerosas por la derivación a 1.200 kilómetros de la provincia.

-¿Esto lo inspiró para crear el instituto?
-Ése fue el comienzo de la conformación del equipo del Instituto Austral de Salud Mental, cuya misión consistió en desarrollar un dispositivo eficiente clínicamente, integrado por recursos humanos existentes en las comunidades que no contaran con suficientes recursos psiquiátricos (médicos generales, enfermeros, docentes, artistas, artesanos, asistentes sociales, etcétera), como ocurre en la actualidad en casi toda la provincia, en la Argentina y en casi todo el mundo.
Ese trabajo era una simple tesis, así que los primeros años estuvieron dedicados a demostrar que los equipos de atención primaria eran capaces de desarrollar la tarea asistencial adecuadamente, garantizando la supervisión y contra referencia psiquiátrica.

-¿En qué momento llegó el reconocimiento?
-Después de 17 años esta tesis de alternativas asistenciales con recursos de atención primaria de la salud mental como dispositivo terapéutico quedó ampliamente demostrada en eficacia y eficiencia, particularmente en el área de rehabilitación y reinserción socio- productiva. Las características innovadoras y de alta simplicidad del dispositivo despertaron el interés de dos epidemiólogos e investigadores de referencia internacional en salud mental y psiquiatría comunitaria. Se trata de los doctores Ezra Susser, de la Universidad de Columbia de Nueva York, y Graham Thornicroft, del King's College de Londres. Desde los comienzos, ellos siguieron los avances de la iniciativa por considerarla una alternativa asistencial con bases científicas para los países en vías de desarrollo, que en general cuentan con escasos recursos de especialistas. La alianza que se estableció entre el Iasame y los colaboradores de ambos doctores dio lugar a un intercambio permanente de capacitación para integrantes de los equipos y la supervisión de nuestra tarea a cargo de los referentes internacionales en psiquiatría comunitaria.

-¿En qué los benefició esto?
-El Dr. Thornicroft nos introdujo en la comprensión del fenómeno del estigma –que recae en las personas sufrientes mentales, en sus familias, en los equipos de salud mental– y en las herramientas para la lucha contra el fenómeno a través de la psicoeducación y la creación de legislaciones que garanticen los derechos de los pacientes y familiares, así como generar conciencia en la comunidad y los gobernantes acerca del problema y su dimensión.
A lo largo de los años el equipo del Iasame fue creciendo, consolidándose como institución y dando respuestas asistenciales a más de 5.000 personas y sus familias. Esta trayectoria llamó la atención del Departamento de Salud Mental de la OMS que invitó Lumerman a participar en la elaboración del libro Integrando salud mental en atención primaria de la salud, publicado en 2008. En sus páginas se reconocía al programa como una de las 12 mejores prácticas recomendadas para países en vías de desarrollo.

-¿Pensó en algún momento que con una acción simple podría lograr tanto? ¿Qué lo sorprendió?
-Otro acontecimiento importante fue la creación de un programa de salud mental, Redeamérica, que desarrollamos junto con el Departamento de Salud Mental Global de la Universidad de Columbia, la Universidad Nacional de Chile, la Universidad Federal de Río de Janeiro, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Córdoba, el servicio de consultorios externos del Hospital Borda, el Proyecto SUMA de Buenos Aires y el Iasame. Este programa se constituye como red para el continente americano, que en los próximos cinco años desarrollará tareas de investigación epidemiológica y dispositivos terapéuticos con criterios de atención primaria de la salud con base en la comunidad.
Esta iniciativa permitirá la integración de nuestros equipos e instituciones, especialmente en la región latinoamericana. Todos estos años de búsqueda e intenso trabajo han dado buenos frutos. El más importante es el de haber dado respuesta a miles de personas de Río Negro y Neuquén con un dispositivo adaptable a cualquier comunidad.

-¿Cómo ve el futuro?
-Pienso que ambas provincias –Neuquén y Río Negro– tienen una excelente oportunidad para integrar el cuidado y la atención de las personas con trastornos mentales por contar con los recursos necesarios potenciales y por no haber construido hospitales psiquiátricos manicomiales, factor que nos ahorra la desmanicomialización que tiene que afrontar la mayoría de las provincias argentinas.

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