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Imagen Personal

La imagen de la mujer profesional

En 1981 el profesor Albert Mehrabian de la UCLA, antropólogo especialista en comunicación interpersonal, escribió el libro El Mensaje Silencioso en el que exponía las conclusiones obtenidas al estudiar el impacto de la primera impresión. Mehrabian revela que en la comunicación intervienen tres elementos: El Verbal (discurso), el Vocal (como suena lo que decimos) y el Visual (gestos, vestimenta, etc.). El lenguaje del cuerpo y la apariencia en general (lo Visual) representan el 55% de la comunicación. El tono de nuestra voz, el timbre, la cadencia, (lo Vocal o Auditivo) aportan 38%. El discurso, lo que decimos con palabras (Verbal) representa solo el 7% de la comunicación.



Esto parece decir que si no nos VEMOS bien, nadie nos ESCUCHA. Y así es, porque si bien es verdad que accedemos a la realidad con todos nuestros sentidos, el de la vista es el principal. La imagen percibida, compuesta por nuestro lenguaje no verbal y todo lo visual (aspecto, porte, ropa, peinado, etc.), y como suena nuestra voz, queda fija en el cerebro como una foto antes de que alguien preste atención al contenido de nuestro discurso.

En vista de lo cual, la mujer profesional, entendiendo por tal a la mujer que trabaja en cualquier actividad, no puede dejar de lado la cuestión de cómo se presenta ante sus clientes o empleadores. Por otra parte, es verdad que las mujeres somos juzgadas por nuestra apariencia más que los hombres, de manera que una mujer inserta en el mercado laboral no puede darse el lujo de comunicar un mensaje incongruente con su trabajo. Por el contrario, la mujer profesional debe considerar a su imagen como un valor agregado, que sume calidad a su producto o servicio y que hable de responsabilidad y eficacia.

Para muchas mujeres, a diferencia de sus colegas varones, es un problema el “venderse” profesionalmente, porque lo relacionan con la venta de sus principios o su persona. Sin embargo, creo que hay que considerar esta cuestión desde un punto de vista mas objetivo o si se quiere mas neutro, y considerarse a si misma como un producto con un valor en el mercado, ya que efectivamente lo es, y que debe estar envuelto con el packaging más adecuado.

Se trata solamente de que esta mujer trabajadora, que en muchos casos tiene muchas otras demandas además de las laborales y por lo tanto muy poco tiempo para si misma, se tome el trabajo de dedicarse un poco de tiempo para gestionar su imagen profesional. Esto no es ni más ni menos que definir su estilo personal y adecuarlo al mercado al que se dirige, teniendo plena consciencia no solo de su apariencia externa, sino de sus estados emocionales, sus fortalezas y sus debilidades y su forma de comunicarse, para poder proyectar una imagen fuerte, femenina y poderosa.

Para crecer una mujer tiene que invertir en su propia persona, conocerse a fondo y presentarse al mundo mostrando la mejor versión de si misma.

Trabajo enviado por: Lic. Teresa García Sánchez
Personalia
www.personalia.com.ar
imagen@personalia.com.ar


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