Por Martín Alzueta, Coordinador del taller de Narrativa en Manantial Grupo Humano (www.manantialghumano.com)

Los talleres de narrativa ofrecen a la tercera edad una alternativa muy interesante, porque permiten compartir con los participantes la experiencia de la lectura colectiva y desarrollar diversas actividades de escritura.


Se puede pensar en una modalidad semanal, en la que en cada encuentro se aborde la lectura de un texto que sirva como disparador para las actividades posterior. Hay muchos prestigiosos autores de los que pueden tomarse relatos que se prestan para este tipo de actividades, como Antón Chéjov, Guy de Maupassant, Saki, Gabriel García Márquez y Clarice Lispector. Dentro de los escritores argentinos, podemos pensar en -Horacio Quiroga, Silvina Ocampo, Manuel Mujica Lainez, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Osvaldo Soriano, entre muchos otros.


La lectura misma de estos textos constituye un momento de reflexión y disfrute por parte de los participantes del taller, y al terminarla se puede plantear un análisis: cada una de estas historias, con sus particularidades, sus galerías de personajes, sus dramas o sus toques de comedia, sirve como disparador para el debate, las anécdotas y reflexiones.


De este modo, los textos – cuidadosamente seleccionados – pueden vincularse con sus experiencias, pasadas y presentes, surgiendo temas de conversación novedosos que ayuden a conocer cada semana una faceta nueva de los integrantes del grupo, de sus historias y de sus modos de ver las cosas.


Esta instancia de reflexión sobre los textos puede ser oral o escrita, dependiendo de la actividad propuesta. Pero el gran aporte que ofrece un taller de este tipo es que el contacto con la palabra escrita, tanto en la lectura como en la escritura, resulta un ejercicio estimulante para los participantes. Les ofrece la posibilidad de tener una mirada diferente sobre las cosas cotidianas y, sobre todo, resulta un entretenimiento que, mucho más allá de ayudarlos a “pasar el tiempo”, resulta enriquecedor y desafiante.


El estimulo a pensar, la creatividad, la posibilidad de plasmar en papel las ideas propias, son un ejercicio apto para cualquier edad. Sin embargo, para los adultos mayores puede permitirles “encontrar” una veta poco explotada hasta el momento, que les permita desarrollar su imaginación llevándolos a mundos nuevos y muy placenteros en los que la edad no tiene importancia.

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