Desarrollar una enseñanza a través del empleo de sistemas de acciones le posibilita al docente no sólo enseñar contenido, sino también, enseñar las acciones que estos contenidos requieren para que el aprendizaje resulte significativo. De esta manera, el profesor se convierte en un verdadero guía, cuya función no se limita a transmitir información, sino que enseña cómo pensar, cómo utilizar estrategias más adecuadas y cómo resolver los problemas cuando el alumno no encuentra cómo hacerlo. El maestro estratega planifica pensando primero en los logros que desea alcanzar y luego diseña actividades teniendo en cuenta el interés de los alumnos y sus conocimientos previos.
Pese a que la enseñanza le ofrece al docente un papel de líder en el proceso de enseñanza aprendizaje, de cualquier manera el centro de este sigue siendo el alumno. De las carencias y conocimientos que estos presenten y que pueden preverse por el profesor mediante un diagnóstico, dependerá la planeación exitosa de contenidos y acciones eficientes. Esto implica además que el docente no podrá planificar siempre los mismos contenidos, ni diseñar las mismas acciones, porque deberá atender las diferencias individuales, obvias, que presentan sus alumnos solo así podrá cumplir con el principio de impartir educación con equidad y calidad.
En el proceso de enseñanza aprendizaje la clase como forma organizativa constituye por excelencia el mejor escenario para que se manifiesten las habilidades comunicativas. La habilidad de escuchar resulta la menos trabajada para ser una de la más importante a potenciar en los futuros comunicadores pues la verdadera comunicación no comienza hablando sino escuchando. La principal condición del comunicador es saber escuchar y con tal propósito debe desempeñarse su didáctica.
Didáctica de la escucha:
Para demostrar que se ha escuchado y comprendido con exactitud se debe formar una o dos frases gramaticales que lleguen al significado de lo que la persona quería transmitir.
Utilizar palabras propias pero usar también las palabras propias de la persona para aquellos asuntos de contenido más delicado.
Cuando no se entiende el mensaje que se transmite, se debe formar una o dos frases sobre el núcleo de la comunicación para cotejarlo con el emisor y dejar que él añada o corrija la formulación, recibiendo y repitiendo lo cambiado o añadido para que se logre la retroalimentación.
Cuando se necesite pedir alguna aclaración no hacerlo de manera absoluta diciendo “ no he entendido nada” sino tomar pie de algo que se haya dicho empleando aquello que había quedado más claro con anterioridad.(1)
Carkhuff establece una serie de pasos conductuales que ayudan a escuchar mejor:
Actualizar la motivación por la que se escucha. Este paso es crucial. No es lo mismo saber que es importante escuchar que decirse inmediatamente antes de escuchar ¿Por qué es importante que le escuche? ¿Qué beneficios se sacará u obtendrá la persona a quien se escucha si es el caso de que estuviera comunicando algo sobre sí mismo? Es hacer presente en el aquí y ahora de cada momento que refuerza la motivación para hacerlo.
Captar el contenido específico del mensaje verbal: lo importante es quedarse con los datos esenciales del mensaje, preguntas tales como quién, dónde, cuándo, cómo, por qué, puede ayudar a recuperar la pieza que falta en el asunto. Esto se le puede preguntar al en el momento adecuado y a él le pueden ayudar a exponer con mayor claridad su exposición.
Suspender el juicio personal, parando los prejuicios y las consecuencias de las primeras impresiones puede ayudar a eliminar ruidos.
Resistir las distracciones externas e internas.
Escuchar el tono emocional que no es tanto la pronunciación o tono de voz o ritmo sino el mundo emocional que se esconde tras el contenido expresado.
Retener internamente los puntos clave del contenido verbal: a mayor motivación y atención mayor retención del núcleo de la información y menor distorsión de la misma.
Si se aplicara un por ciento de esto en cada una de las comunicaciones que se llevan a cabo en todo momento de la vida, se ganaría mucho en capacidad de escucha y diálogo.
¿Por qué diálogo?
El diálogo, forma bipersonal básica de comunicación humana, es usado a diario y de forma espontánea durante de la clase, favoreciendo con su uso la socialización y el desarrollo de pautas de convivencia, así como también puede despertar interés por la transmisión oral.
Según Titote, R., el diálogo como intercambio oral y afectivo requiere: (2)
“ Una presencia activa bipolar que exige, por consiguiente, una suficiente igualdad entre ambos interlocutores;
Una alternancia en las réplicas y por consiguiente, un movimiento circular o bidireccional;
Un intercambio de información poseída tan sólo en parte o no poseída en lo absoluto;
Una forma lingüística específica que privilegia determinadas estructuras sintácticas;
Una concatenación sintáctico-contextual de las contestaciones, por lo cual el discurso presenta una cohesión y coherencia interna”.
Por todos resulta conocida la importancia del diálogo en una educación individualizada e integral, ya que en dicha educación, el principio pedagógico del aprendizaje es la acción, la cual ha de tenerse en cuenta para diseñar actividades que ayuden a los alumnos a aprender a interpretar y comprender cabalmente los mensajes para así lograr una correcta escucha.
El diálogo es un tipo de discurso idóneo que puede ser aprovechado en aulas obladas o no donde se desarrollen las asignaturas de formación básica y de la especialidad para realizar intercambios constantes entre los estudiantes. Los docentes están en constante diálogo con los alumnos desde que llegan al aula y saludan, preguntan sobre un tema, revisan un ejercicio escrito u organizan un trabajo investigativo; en todo momento, por cualquier circunstancia, se origina un diálogo y quizás, no siempre son aprovechadas las oportunidades para afianzar destrezas específicas.
Esto interesa para resaltar la importancia que reviste el uso del diálogo con fines curriculares, pues, más que el intercambio entre dos personas, persigue un objetivo didáctico que consiste en trabajarlo no sólo como tipo de discurso, sino –y esencialmente- como técnica para potenciar la escucha.
¿Por qué el diálogo reporta beneficios didácticos?
Un diálogo brinda la ocasión ideal para hablar de cosas que al sujeto le preocupan, le interesan, o le disgusta. Mediante el diálogo, el estudiante potencia su capacidad de escuchar pues el tema que se desarrolla fue seleccionado según su motivación, por ello, se debe garantizar los conocimientos básicos y facilitar así la atención, comprensión e interpretación que se requiere para una adecuada escucha.
Touch, J. hizo una clasificación de estrategias referidas al diálogo: (2)
Estrategias de orientación para invitar a reflexionar de una forma concreta sobre un tema elegido.
Estrategias de facilitación que intenta que se explore con mayor profundidad;(se dividen en estrategias de compleción, focalización y comprobación).
Estrategias de información mediante las que un interlocutor, (el profesor, por ejemplo) ofrece al otro nuevos datos.
Estrategias de terminación, con las que se anticipa la finalización del diálogo para evitar que el alumno se pierda en divagaciones.
Para que el diálogo resulte eficaz, es importante tanto la relación de empatía entre los interlocutores, como el desarrollo de mecanismos que ayuden al estudiante a lograr una percepción exacta de la palabra hablada logrando una interpretación y comprensión cabal del mensaje oído.
¿Qué mecanismos son importantes?
Primero que todo, delimitar lo más claro posible los objetivos del trabajo del diálogo con fines curriculares, y luego, hacerles corresponder una buena selección de los contenidos que se van a tratar, específicamente, determinar los temas sobre los que se va a dialogar durante el debate; estos deben corresponderse con una correcta secuenciación y graduación didáctica. Los espacios deben ser motivadores para de esta forma responder a las exigencias de un aprendizaje significativo.
Con la puesta en práctica del diálogo se puede práctica:
La combinación pregunta-respuesta: Es una de las primeras y principales formas de interacción cognitiva, lo que subraya la importancia de ser capaz de comprender adecuadamente lo que dice el otro y de hablar con claridad para uno y para los demás. La pregunta constituye un elemento importantísimo del proceso comunicativo, sobre todo porque, como ya se mencionaba, implica una interacción entre el que habla y el que escucha. Se trata de una relación sui géneris entre ambos (receptor y emisor) y en virtud de ello, el conjunto de preguntas que se formulen puede brindar una caracterización importante del auditorio: su conciencia.
Las preguntas se formulan para aclarar/se, para obtener más o diferentes informaciones, para revelar la dificultad que se tiene sobre el tema o determinado aspecto de este o para comprender mejor los razonamientos de otros. La formulación de preguntas debe ser clara, precisa, puede suscitar curiosidad o afán de investigación, sobre todo si es una pregunta dirigida al docente, quien también forma parte del diálogo.
Las preguntas también deben exigir respuestas con igual rigor y disposición discursiva.
Al principio el profesor puede prever algunas preguntas y sus correspondientes comentarios para iniciar el proceso; los estudiantes asemejan las suyas y con la práctica, llegarán a ser originales en su formulación. Siempre que se quiera se podrá organizar un guión, pero este debe ser abierto y flexible. Entre otros aspectos se buscará generar cauces nuevos de razonamientos y se trabajará el nuevo o pretendido contenido curricular específico, intentando siempre cultivar la iniciativa del estudiantado en diálogos.(En el tratamiento de la pregunta-respuesta es importante el uso de la técnica para preguntar así como, el empleo de la técnica para respuestas afirmativas, negativas, parciales, totales).
Las preguntas en su contenido pueden ser aclaratorias o adicionales. Las primeras, como lo indica su nombre, solicitan una aclaración determinada; las segundas, por regla general, se refieren a problemas que tienen relación con el tema, pero que no han sido tocadas por el hablante que argumenta. Cuanta más clara y convincente sea la argumentación de lo que se dialoga, menos preguntas aclaratorias habrán, (aunque esto también depende de otros factores, como por ejemplo el auditorio, si este es grande, las preguntas suelen ser pocas). Por su carácter, estas pueden ser benévolas, neutrales, malévolas y provocativas. Es importante que en nuestros salones de clases tengan mayor incidencia los dos primeros tipos. Por supuesto, el carácter de las respuestas a cada pregunta depende de la situación real en que estas se originan.
Al responder a las preguntas, no interesa el tipo, no se debe mostrar altivez ni rudeza. En ocasiones, sobre todo si el grupo de estudiantes es relativamente pequeño, el profesor puede convertir las respuestas a preguntas en una conversación libre, en un intercambio de diferentes opiniones, en un auténtico debate.
Precisamente la verdadera riqueza educativa del diálogo además de su valor como comunicación interpersonal, aparece cuando entran en conflicto posturas diferentes (momento de mayor brillantez del debate) y el alumno debe buscar y encontrar nuevas argumentaciones para defender sus ideas, mientras afianza habilidades como las de pedir aclaraciones, preguntar detalles, agregar información, etc., sin perder la capacidad de decodificar visualmente los mensajes gestuales que el interlocutor transmite, ni dejar de articular los suyos propios. (No podemos desdeñar el valor que surten en el intercambio oral el lenguaje no verbal o paralingüístico, pues, por muy sutil que sea, llama la atención, prepara y sostiene el diálogo).
Al usar el diálogo como técnica mientras se argumenta en un debate pueden emplearse algunos de sus vitales procedimientos como:
Juegos de simulación o juegos de roles: La práctica del diálogo producida en situaciones educativas concretas debe conquistar también el adiestramiento de los alumnos en situaciones lingüísticas que parten de los juegos de simulación o juegos de roles para que el estudiante pueda “hacer como si…”, esto le ayuda y le facilita la adquisición de capacidades necesarias en la vida personal, y más aún, profesional. La observación e imitación de modelos adecuados (como hermano, amigo, técnico, profesor, científico, etc.), mejoran las producciones personales, pues la interacción con modelos perfecciona la propia habilidad.
Otra práctica puede ser el cuchicheo. Normalmente se utiliza para indagar sobre algo ajeno al tipo de situación que se desarrolla en la clase. Esto constituye un elemento cooperativo, pues permite que el estudiante se auxilie de los compañeros más cercanos para comprender mejor un conocimiento, retroalimentar algún proceso cognitivo, ubicarse en un aspecto determinado de lo que se dialoga o discute.
También puede suscitarse el diálogo de solicitud. Cuando está en ejecución un debate, este recurso sirve, además de feedback, para pedir que se enfatice un aspecto determinado del tema o cualquier cuestión esencial que interese al alumno.
La confidencia o confesión: Puede ser otro tipo de práctica de diálogo y puede jugar un papel especial; los interlocutores están muy próximos, hablan casi en susurro, sin participación de otros y, por demás, presupone lazos afectivos estrechos y de mutua comprensión y solidaridad; por otro lado, se apoya en contextos conocidos y en gestos que refuerzan el mensaje verbal y por tanto el logro de una adecuada escucha.
Por: Lic. Kayren Gancedo Álvarez / Lic. Yarelys Soca Marrero / Lic. Miriam Yanes Toledo